Vegueta está para comérsela

Que Vegueta está de moda es un hecho y, no solo lo decimos nosotros, lo confirman los miles de turistas que pasean por sus calles cada año. Sus edificios han sido testigos del desembarco de los primeros artesanos andaluces, de los navíos de Colón y de los ataques del bucanero Van der Does.

Conocida por concentrar algunas de las edificaciones más representativas de la región y por ambientar las noches de los jueves desde hace años, Vegueta está para comérsela. Descubre en este post los secretos que esconde el casco histórico de la ciudad.

Vegueta tiene un color especial

Este barrio de casas coloniales, en el que la historia recorre las calles, es el núcleo fundacional de la capital grancanaria. Sus pasadizos encierran muchos de los enigmas de la ciudad. ¿Sabías que existe una explicación detrás del nombre que recibe esta zona?

Cuentan los viejos archivos de la Isla que las tropas peninsulares se asentaron en la ciudad allá por el año 1478, custodiadas por el palmeral y atrincheradas en el barranco de Guiniguada, las tropas planificaron el asalto al territorio grancanario. Por aquel entonces, se consideraba al Archipiélago canario como la prolongación de Andalucía, por ello la Corona ordenó que la capital se desarrollara siguiendo el modelo de la ciudad hispalense. De la misma forma que el río Guadalquivir dividía Sevilla en dos, lo haría el Guiniguada. Triana y Vegueta se convertirán, con el paso de los años, en un símbolo clave de la ciudad.

Si decides adentrarte y dejarte cautivar por su esencia comprenderás porque esta zona es digna de cualquier novela de Julia Navarro.

La joya de la corona

En el corazón del barrio, se encuentra la plaza de Santa Ana en la que se dan cita el Palacio Episcopal, el Archivo Histórico Provincial y las Casas Consistoriales. Siempre respaldados y custodiados por los ocho perros, en hierro colado, que permanecen alerta ante cualquier amenaza.

Imponente y presidiendo la plaza a la que da nombre, la Catedral de Santa Ana es una obra digna de apreciar, de esas en las que tienes que retroceder unos pasos para poder contemplar al completo su majestuosidad.

Peculiar a la par que única, sus paredes concentran diversos estilos arquitectónicos que van desde el gótico tardío, al neoclásico y barroco. Su orientación atípica, en los templos cristianos, le permite conducir y manejar la luz del sol a su antojo convirtiendo los amaneceres del verano en todo un espectáculo.

De Las Palmas de Gran Canaria al cielo

Si tienes debilidad por las alturas y te apasionan las panorámicas de vértigo, te recomendamos que subas a la torre y contemples la ciudad a tus pies. Unas vistas no aptas para cardiacos. Podrás disfrutar de una perspectiva única de la ciudad, arropada por su inseparable sábana atlántica. Amor a primera vista.

Parte del encanto de este barrio se debe al empeño de los grancanarios por conservar y cuidar el entorno que lo protege. Las casas típicas visten las avenidas con sus balcones, mientras los pasadizos empedrados resuenan y te transportan directamente a tiempos remotos.

Puro latido gastronómico

Las calles del casco histórico se llenan de vida, a partir de las 20:00 horas, cada jueves con la famosa ‘Ruta del Pincho’. Un plan estrella en el que poder deleitarse con la gastronomía canaria, a una temperatura de ensueño y en un enclave inmejorable.

Aunque el mojo y las papas arrugadas son los mejores embajadores de la gastronomía de las islas, no solo de papas con mojo vivimos los canarios.

En sus pocos metros de longitud, se concentran las tascas y restaurantes más concurridos de la ciudad, que ofrecen lo mejor de cada casa. Olvida el mapa y piérdete por una de las zonas gastronómicas más animadas de Gran Canaria.

En busca de una tortilla con premio, enfilamos la calle Pelota, y llegamos hasta el Vasco de Vegueta, y es que en sus fogones se prepara la ganadora de la cuarta edición del Concurso de Tortillas, una propuesta a base de papa asada con romero, boletus, foie y lascas de jamón pata negra.

Vegueta, historia viva